Dar el primer paso y convertirse en coleccionista de relojes cuesta más que iniciarse en cualquier otro hobby, y la razón es evidente: la inversión elevada. Cierto es que determinados relojes pueden generar una gran satisfacción personal sin desembolsar una fortuna. Determinados modelos de Omega, Breitling o Hublot en Vigo no superan las cuatro cifras y pueden constituir la «piedra funcional» de una modesta colección.
A la hora de iniciarse en el mundillo, el prestigio de la marca suele anteponerse a las complicaciones del movimiento o a la rareza de ciertos cronógrafos. Este acercamiento inicial deja paso, para la mayoría de los coleccionistas, a la búsqueda de una conexión entre la persona y el fabricante. Por ejemplo, los más creativos se identificarán con Hublot y su filosofía basada en el «Arte de la Fusión», mientras que los amantes del automovilismo tendrán una afinidad especial hacia TAG Heuer.
Determinados coleccionistas de relojes no aspiran a reunir todos las grandes piezas. Especializarse en un segmento en particular (aviadores, de carreras, vintage, etcétera) es una decisión inteligente, ya que evita que el presupuesto y la atención se disperse y, para ciertas personas, les ayuda a concentrarse en el estilo que más les interesa.
Sin embargo, ni la marca ni el estilo lo son todo. Los objetos más preciados de ciertas colecciones son resultado de un profundo conocimiento de la artesanía y la historia de los relojes. La calidad de determinados materiales puede pasar desapercibida a los inversores menos experimentados. Todos reconocen el valor de oro o el platino, pero ¿y el hierro meteórico? Las series Speedmaster y Constellation de Omega se diseñan con este raro material, que sin duda está en el punto de mira de los coleccionistas más ambiciosos.
Como el fraude y las estafas están a la orden del día, todo coleccionista no debe desembolsar un céntimo sin antes confirmar la autenticidad del producto. Realizar las compras a distribuidores oficiales es una forma simple de protegerse contra esta amenaza.