Los veleros, los buques que navegan regularmente o las embarcaciones pequeñas a motor requieren una pintura específica para preservar su obra viva de la suciedad y organismos marinos: el antifouling, un producto compuesto por resinas, solventes, biocidas y pigmentos. Antes de comprar pintura especial para naval, se recomienda informarse sobre sus características y beneficios.
La pintura antifouling es el remate de la sección sumergida de la embarcación u obra viva. Contiene sustancias destinadas a combatir la actividad de algas, percebes, bígaros y otros invitados indeseados que se adhieren el casco, ocasionando perjuicios diversos. Por ejemplo, una mayor resistencia al avance del buque, el aumento del consumo de carburante, etcétera.
Específicamente, el uso de pinturas antifoulings disminuye las incrustaciones en el casco, maximizando la rapidez en los deslizamientos del barco gracias a la menor fricción de aquel en el agua. Dado que las algas y moluscos elevan el riesgo de avería en las hélices y otros elementos, esta pintura redunda positivamente en la seguridad a bordo.
El consumo eficiente de combustible no es un tema baladí. Las nuevas generaciones de navegantes priorizan el ahorro en sus travesías navieras, y por ello, invierten en pinturas antifoulings que les ayuden a potenciar el rendimiento de sus embarcaciones. Esta decisión repercute, a medio y largo plazo, no solo en su presupuesto, sino también en la reducción de las emisiones de CO2.
Para aplicar una pintura antifouling, se debe primero higienizar la obra viva del casco para, eliminadas las incrustaciones, garantiza la óptima adhesión del producto. Por esta misma razón se aconseja lijar la capa de antifouling existente, en caso de haberla.
Seguidamente, se distribuye la pintura con un rodillo, pistola pulverizadora u otra herramienta similar. Como parte de esta tarea de mantenimiento, se prestará atención también a la obra muerta, empleando cinta de enmascarar y otros productos capaces de preservarla.