Siempre he pensado que mi terraza era un tesoro desaprovechado, un rincón lleno de potencial que se quedaba en el olvido cada vez que llegaba el invierno o una tormenta. Pero cuando descubrí las posibilidades de los cerramientos exteriores en Rianxo, mi perspectiva cambió por completo: esa terraza podía convertirse en una nueva habitación de la casa, un lugar para desayunar con vistas al amanecer, leer bajo la luz natural o incluso organizar cenas con amigos sin preocuparme por el viento o la lluvia. Un cerramiento de calidad no es solo una obra; es como regalarle a tu hogar un espacio extra que combina la magia del exterior con el confort del interior, convirtiendo un balcón olvidado en un salón luminoso o un porche en un jardín de invierno que puedes disfrutar los 365 días del año.
La gran ventaja de un cerramiento es cómo transforma un espacio expuesto en uno acogedor sin sacrificar la conexión con el exterior. Mi vecino, por ejemplo, convirtió su pequeño balcón en una oficina improvisada con un cerramiento de vidrio templado. Ahora trabaja rodeado de luz natural, con vistas al jardín, y dice que es el lugar más inspirador de su casa. Los cerramientos modernos, con sus perfiles finos y cristales de alta calidad, permiten que la luz inunde el espacio mientras mantienen el frío, el calor o el ruido a raya. El aislamiento térmico es un cambio radical: en mi casa, instalamos un cerramiento en la terraza y notamos que la temperatura interior se mantenía estable, incluso en los días más fríos. Esto no solo hace que el espacio sea usable todo el año, sino que también reduce la factura de calefacción, lo que siempre es una buena noticia para el bolsillo.
El aislamiento acústico es otro beneficio que no esperaba, pero que marcó una gran diferencia. Vivo cerca de una calle concurrida, y el ruido de los coches solía colarse en la terraza, haciendo imposible relajarme. Con el cerramiento, ese bullicio se convirtió en un murmullo lejano, y ahora puedo leer o charlar sin alzar la voz. Esto es especialmente útil si quieres usar el espacio para algo más que tomar el sol, como un comedor al aire libre o un rincón para yoga. Una amiga transformó su porche en un comedor con una mesa grande y luces colgantes, y ahora organiza cenas que parecen sacadas de una revista, sin importar si llueve o hace viento. El cerramiento le dio la libertad de usar ese espacio como una extensión de su hogar, con la misma comodidad que el salón pero con la magia de estar “casi” al aire libre.
Lo mejor de todo es la versatilidad. Puedes personalizar el cerramiento para que se adapte a tu estilo: desde cristales transparentes que maximizan la luz hasta paneles tintados que dan privacidad. En mi caso, opté por un sistema deslizante que me permite abrir el espacio en verano y cerrarlo en invierno, creando un equilibrio perfecto entre funcionalidad y estética. Cada vez que me siento en mi nueva “habitación” con un café, mirando las nubes o las estrellas, siento que he ganado no solo metros cuadrados, sino un lugar donde desconectar y disfrutar de mi hogar de una forma completamente nueva.